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viernes, 30 de abril de 2010

Ganadores de Marzo

Frase
Gabys
Si uno quiere puede, no hay imposibles solo personas que se rinden.

Shika
Las heridas del corazón nunca sanan, pero siempre dejan de sangrar.

Poesía
Hikari
La luna está sola, tan lejana, tan inalcanzable,
aunque lo intento no puedo tocarla,
Aunque mis manos hagan el ademán de encerrarla,
no puedo apresarla.

La miro en la distancia y siento pena,
Pena de ella, pues la soledad opaca su blanca cara,
Y sólo la oscuridad la abraza

La luna es hermosa y efímera.
Su belleza es traicionera y su compañía pasajera…

Así como tu amor, se evapora al amanecer,
así como tú, se marcha cundo no quiere ser vista
y me abandona cruelmente en soledad.

Pero así como tú, a la luna no le gusta mostrase débil,
Prefiere esconder sus lágrimas,
y con su figura imponente ser la reina del cielo,
Una reina inmaculada,
que a pesar de estar por cientos de estrellas rodeada,
No puede ser tocada.

La luna está sola, la he escuchado llorar, así como a ti,
Que con llanto silencioso fuiste cobarde
y volviste a la comodidad de engañarte.
La diferencia amor, es que a la luna nunca la podrán consolar,
Sin embargo tú me tienes aquí y cuando desees ese abrazo,
Estaré esperando por ti.

Relato
Hikari
La luna y el sol

Los dos nos miramos, no supe que hacer, era la primera vez que me sucedía algo como eso y no entendía qué estaba pasando en ese momento. Sus ojos negros destellaban ardiendo de emoción, y me pregunté cómo eso podía estar ocurriendo, era simplemente insólito.


Me moví comprobando no estar imaginando cosas y él me siguió con embeleso sin perderme de vista. Un nudo se formó en mi garganta y no pude decir nada, justo en ese momento, justo cuando la posibilidad de hablarle se volvía tangible por un fugaz instante no lograba hacerlo.


Cuantas veces había gritado su nombre sin que mi voz llegara a ningún lugar, muchas fueron las caricias en las que no lo pude tocar, demasiados los besos que se desvanecían sin siquiera rozar sus labios y cuando al fin mis ruegos fueron escuchados el miedo encogía mi corazón inerte y la inseguridad congelaba mis obsoletas cuerdas vocales.


—Berenice —lo oí decir en un susurro que el viento se encargó de arrastrar hasta mí.


Expectante esperó la respuesta que nunca obtuvo, esbozó esa sonrisa que conocía demasiado bien, estaba nervioso y su corazón bombeaba sangre a mayor ritmo que el normal.


Habían pasado muchas años desde que el invierno caló mis huesos por última vez, desde que una mariposa reposara en mis dedos en primavera o el sol quemara mi frente en tardes de verano. Yo no sentía nada, pero pese a no poder sentir su calor contra mi cuerpo, ni llenar mis sentidos con su aroma podía ver el mundo a la perfección; contemplarlo, seguirlo de forma silenciosa y admirar el mundo de los vivos, en cambio para él yo sólo era una sombra, un roído sonido de algún eco lejano, el vapor de su ducha o el aire de su aliento contra un cristal. Él no podía verme… o ese creía.


Nunca imaginé encontrar mi reflejo en el espejo una vez más, a esas alturas había perdido las esperanzas de que ese remolino de sensaciones bailara en mi estómago otra vez y la luz incidiera sobre mi cuerpo iluminando mi piel en lugar de atravesarla, volviéndome parte de ella.


Con los ojos cristalizados y la boca entreabierta me volví a él con un profundo temor sacudiendo mi frágil figura. Tenía miedo, no de lo que encontraría al levantar la vista, sino de que todo se desvaneciera y lo viera concentrado en su lectura como todas las noches sin imaginar que lo vigilaba. Su bolígrafo cernía sobre el papel, pero ya no hacía anotaciones, estaba tieso y pocos segundos después cayó rebotando en un golpe seco contra el mosaico del piso. Suspiré aliviada al ver que Luca aún notaba mi presencia.


Llevaba tanto tiempo sin pertenecer al mundo de los vivos que respirar se me volvía dificultoso y el oxigeno entrando a mis pulmones me causaba un suave cosquilleo. Le miré y mordí mi labio todavía sin habla.


No me permití creer que aquello fuera cierto, permanecí quieta, pensando en las posibilidades de que eso fuera real. En los cientos de días que llevaba siguiéndolo no fui más que la luz que baña los pétalos de una rosa que él observaba nostálgico, mis suspiros la suave brisa que la balanceaba ante sus ojos, mis manos el escalofrío que avanzaba por su piel y mi risa el ruido del viento al correr salvaje. Yo no existía, ya no más desde el fatídico día que un accidente me despojo del mundo terrenal separando nuestras pasiones para siempre, colocándonos cerca, muy cerca y a la vez cruelmente lejos, separados por la carencia de un cuerpo material que me permitiera abrazarlo.


El mortecino resplandor de una lámpara iluminaba precariamente la habitación, todo estaba igual que siempre, nuestras fotografías adheridas a la pared, sobre el buró el viejo libro que nunca terminé de leer, la ropa desordenada en el cajón y nuestra cama tan suave como la recordaba…


—Te extrañé —me confesó visiblemente conmocionado— Oh Dios, debo estar enloqueciendo —musitó revolviéndose el cabello —, te extraño tanto que no puedo dejar de verte a donde quiera que vaya. Esto no es más que una ilusión —se intentó convencer apretando los puños.


—No es una ilusión…o si lo es, quiero que dure para siempre —finalmente me atreví a hablar.


Bruscamente clavó su mirada en la mía. Nos echábamos de menos y, aunque de un modo u otro jamás me separé de él, el dolor de la distancia era compartido.


No estaba segura de cuánto duraría ese mágico encuentro, tampoco tenía la menor idea qué sucedía, era ilógico, él estaba vivo y yo muerta. Resultaba tan imposible como el amor entre la luna y el sol, ese par de astros celestiales que se amaban sin tocarse, nosotros éramos así, nos queríamos pero no podíamos estar juntos, deseaba con desesperación beber de sus labios, pero el agua nunca tocaba mi boca, y la línea que nos separaba no podía ser cruzada. Así como la luna y el sol que jamás se encuentran, nosotros dos nos habíamos reducido a dos almas incapaces de alcanzarse.


Antes de que nuevamente me esfumara como una mera fantasía debía aprovechar la oportunidad que se me daba, si era real o falsa poco me importaba.


—Te amo Luca —musité débilmente, diciendo lo que no tuve tiempo a decir tiempo atrás, cuando prisas exageradas me hicieron salir de casa sin despedirme, —siempre lo haré.


Extendí mi brazo, temblorosa y Luca me imitó buscando ese contacto deseado. Mis manos sintieron las de él, quemaron mis yemas justo antes de que se desvaneciera en la luz y me vuelva invisible a sus ojos una vez más.


No sabía qué se trato todo eso, qué ente maravilloso nos brindó la ocasión de decir lo que no pudimos decir en el pasado y sentir una vez más el amor del otro. Sea lo que sea estaba muy agradecida. Ese sería mi secreto, ningún otro espectro se enteraría y sabía que Luca también callaría para siempre ese momento, completamente consciente de que fue de verdad.


Me asomé a la ventana sin despejar mis pensamientos cuando algo me sorprendió en el cielo, éramos como la luna y el sol, pero olvidaba que ellos se aman tanto que rompen las barreras de vez en cuando, y todo por un simple contacto.

Sonreí cuando en mis pupilas sin brillo se reflejó un eclipse.

Porque existen amores tan grandes, tan reales... que incluso superan el tiempo, la distancia y la realidad.

Shika
Por siempre

La felicidad se centra en el medio de mi pecho, cuántos días esperé para poder tener esta oportunidad, cuántos para poder disfrutar de esta noche mágica, de un momento único.
Preparo mi ropa, la acomodo prolijamente en la silla de mi habitación. Realmente tengo todo lo que deseo, todo, absolutamente todo y más…. Excepto por ella, tengo una maravillosa voz, tengo habilidad con la música, pero me falta algo… ella, esa hermana que nunca tuve, esa madre que desapareció, mis días se resumen a una eterna espera, una espera que ansía su voz, su amor, su compasión.
Todavía recuerdo cómo me fui con lágrimas en los ojos cuando no aceptó mi invitación, le ofrecí todo lo que tenía y más, le daba todo, completamente, pero sólo firmó mi autógrafo y unos hombres me alejaron de ella…. Pero ahora todo sería diferente, ahora ella iba a ser mía, me iba a cuidar, íbamos a estar juntas por siempre.

Apenas unos minutos y sale, a llenarnos con su voz, con su música, con su alma hecha notas, entregando su corazón a aquellos que la admiran. Adrenalina, emoción, mucho movimiento, mis pulmones respiran el escaso aire, mis oídos se llenan de unas dramáticas melodías… yo disfruto el show, pero también la espera.

Siento cansancio, pero no el suficiente como para dejar pasar la oportunidad. Desgraciadamente tengo que deshacerme de algunas vidas en el camino… pero llego, y la espero… sola en ese pasillo. Pobre, una mujer inocente que ignoraba que muchos habían muerto ya, que muchos iban a llorarla después…. Pero ella me iba a agradecer, iba a ser feliz, a mi lado, madre e hija.


Golpeo la puerta, y en el momento en el que veo su rostro la empujo hacia dentro. Asustada grita… qué infeliz… ¿no nota el silencio?… la falta de sonido ocasionada por la muerte, ¡¡¿¿no lo nota?!!
Rompo su celular, y le pido que se ponga el vestido más hermoso que ella tiene, ese que siempre quise. Llorando se acerca, me dice que le pida lo que quiera pero que no haga ningún daño. ¿Daño?, yo jamás le haría daño, no podría lastimarla.
Prendo unas cuantas velas y apago la maldita luz eléctrica. La pinto, así queda más linda… unos ojos bien negros, bien oscuros y una piel blanca… pálida como iba a permanecer hasta que la naturaleza se encargara de borrar sus huellas en esta tierra.

La abrazo… ella intenta alejarme… ¿Por qué me hace esto?, ¿acaso no aprecia el esfuerzo que estoy haciendo, acaso no siente el amor que tengo por ella… por mi mamá?

Corto su muñeca y derramo una gota en mi copa de vino, luego hago un tajo en la mía y la vierto en su copa. Tomamos, el mejor vino, sellando nuestras almas por siempre, prometiendo cuidar una de la otra… ya que corría la sangre de la otra en nuestras venas… como ocurre en todas las madres e hijas.

-cerrá los ojos, te prometo que solo va a doler un poco, sólo un poco.-
Sólo llora, ¿tan feliz se halla de estar a mi lado?

Observo mi reflejo en la hoja del cuchillo… y lo hago….
-¡por siempre!-
Sus gritos de alegría me conmovían, realmente somos felices. Una, dos, tres veces…. Hasta que deje de latir… hasta que deje de gritar.
Ya se fue de este mundo cruel, esta esperándome feliz, en otro lugar mejor.
Beso su mejilla, y luego tomo esas gotas poderosas que quitan el alma de la gente…. Espero… espero…. Y la muerte llega, mientras el viento entra por la ventana, mientras las lágrimas recorren mi rostro, y el dolor desaparece.

Sólo queda buscarla… para vivir juntas por siempre.

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